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lunes, 21 de febrero de 2011

Créeme (si te atreves).


    La otra noche nos tocó sesión de juegos de mesa y, de la montaña de cajas que contienen horas y horas de diversión sacamos 'Los hombres lobo de Castronegro' (vino a ser en su versión extendida, que da más juego, pero viene a ser lo mismo). Quizás ya muchos de vosotros habéis oído hablar de este juego, pero para los que no os describo de qué trata:   
  

     "En lo mas profundo del bosque, la pequeña aldea de Castronegro es, desde hace algún tiempo, presa de los Hombres Lobo.
Todas las noches, algunos habitantes de la aldea, convertidos en Hombres Lobo por un extraño fenómeno, asesinan a sus vecinos.
Los supervivientes deben superar su miedo para poder erradicar esta plaga venida de la noche de los tiempos, antes de que la aldea pierda sus últimos habitantes."


     A fin de cuentas el juego trata de adivinar qué jugadores son los hombres lobo y quiénes son los aldeanos. Para ello tendrás que utilizar todas tu armas psicológicas, engañando a la gente, poniéndolos de tu parte, convenciéndolos de que hay que acabar con alguno de ellos en concreto. Un juego muy entretenido que promete risas y discusiones varias (es la leche ver a la gente pegándose puñaladas por la espalda XD). 

     Dicho esto, os voy a comentar lo que realmente me llamó la atención al terminar la partida; y es que, viendo la facilidad que tenía la gente para mentir y hacerse creíbles ante los demás pensamos: "Bueno, si la gente es capaz de mentir así por un juego, a saber qué es capaz de negar en una acusación en un juicio cuando se está jugando una pena de cárcel'. 

     Tras unos días, y tras consultar con varias personas, descubrimos que el Tribunal Constitucional ha establecido el derecho a mentir de un acusado en un juicio, no siendo así en caso de los testigos. Así pues, un acusado puede mentir en un juicio sin que tenga consecuencia alguna. Entonces es de suponer que la declaración del acusado no se tendrá tanto en cuenta como la del testigo, ya que el acusado puede mentir por derecho. Sabiendo esto es lógico que todos (o la mayoría) de imputados en un juicio se declaren inocentes ante un juez hasta el final.

     Conociendo ya este inciso, podemos considerar ahora la dificultad que tiene un juez a la hora de dictaminar una sentencia, y por qué son necesarias pruebas incriminatorias para meter a un asesino en la cárcel, aún siendo asesino confeso de su víctima. 



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