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miércoles, 18 de agosto de 2010

Gato vivo, gato muerto

Vivimos en un mundo en el que tener intimidad resulta casi imposible, o al menos eso creemos... Lo digo porque si planteamos bien las cosas nos topamos con que no es tan difícil como creemos, sino tan fácil como queramos. Me explicaré con una de mis vivencias dándole un aporte científico.

Curiosa noche. Después de varias horas recorriendo los garitos de moda donde la fauna de mi ciudad muestra sus escasas virtudes me encuentro en la barra de una discoteca hablando con una atractiva chica que parece muy interesada en mi conversación. Debido a mi ateísmo tengo que atribuir mi éxito a una oportuna alineación de los planetas o, quién sabe, quizás sea que no estoy perdiendo mi atractivo tan rápido como mi espejo se empeña en demostrarme a diario. El caso es que, después de un par de horas de conversaciones irrelevantes, comentarios ingeniosos cargados de segundas intenciones y algún que otro esfuerzo productivo de arrancarle una sonrisa con el incesante sonido de un bombo y una caja al más puro estilo 'reguetonero' como escenario de fondo, parece que el éxito está asegurado. Bajo la mirada atónita de mis compañeros de fatigas salgo de la mano de la chica del local para llevarla a casa. A la vista de todos esto está cantado... ¿o no? es aquí donde comienza el experimento.
Basándonos en la paradoja de Erwin Schrödinger y su famoso gato lo vamos a interpretar de tal manera que mis amigos son los que quieren conocer el resultado del experimento y yo me autodefino como el gato de Schrödinger:

''Estoy metido en una habitación con un curioso y peligroso dispositivo: una mujer escandalosamente atractiva que responde a una señal emitida por su cerebro, el cual una vez cada 15 minutos tiene un 50% de probabilidades de sentir apetito sexual. Al emitir este sentimiento a su cuerpo lo interpreto como una invitación al sexo y se produce el 'encuentro sexual'. Evidentemente al cabo de 15 minutos habrá ocurrido uno de los dos casos posibles (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Como resultado de esta interacción tendremos que en el interior de la habitación habrá 'coito' o 'no coito', pero no podemos saberlo si no abrimos la puerta de la habitación para comprobarlo, o lo que es lo mismo, mis amigos, que ejercerían de observadores externos sin saber lo que ocurre en la habitación hasta el momento, no sabrían lo que pasa dentro.
Aplicando la mecánica cuántica a lo ocurrido en el interior de la habitación nos topamos con una conclusión muy extraña. El hecho de que haya coito se define como una función de onda extremadamente compleja resultado de la superposición de dos estados combinados al cincuenta por ciento: 'coito', 'no coito'. En otras palabras, habría tenido y no tenido sexo al mismo tiempo.
Tenemos entonces que el único modo de averiguar qué pasa dentro de la habitación sería abrir la puerta, con lo cual os encontraríais conmigo practicando sexo, o no haciéndolo. Pero, ¿qué ha ocurrido? Al abrir la puerta, el observador interactúa con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles.
El sentido común nos indica que no podemos tener sexo y no tenerlo al mismo tiempo. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la habitación nos encontramos en una superposición de los dos estados: 'coito' y 'no coito'.''

La conclusión que podemos aplicar a mi caso particular es la siguiente: Cuando yo salga de la habitación habré tenido sexo o no haberlo tenido, pero esa respuesta la tendremos sólo esa chica y yo, por lo que el resto de las personas tendrán que conformarse con la dualidad de la respuesta. Así pues, que la gente se entere o no de lo que ocurre en vuestra vida privada es sólo decisión vuestra. Así que pensadlo. Estáis en posesión de la verdad. Jugad con ella.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Cuánta razón Alvarito!!
Habló la adicta a las redes sociales... aunque eso no quita que siga pensando lo mismo que tú y cuente lo que yo quiera contar y cómo lo quiera contar.

Un filakia desde Benicàssim (Castellón)!

Cristina dijo...

pd. Ah! me gusta tu blog, te seguiré... jiji!